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De Imperios a Naciones

Octavio y la construcción iconográfica de Cleopatra

Representación iconográfica de Cleopatra y Octaviano

Cleopatra, la última reina de Egipto y una de las mujeres más poderosas de su época, gobernó en un periodo marcado por la lucha de poder e influencia en el Mediterráneo oriental. Su relación con Julio César y Marco Antonio ha sido objeto de fascinación y estudio a lo largo de los siglos.

No obstante, la imagen negativa creada por los enemigos políticos de Cleopatra ha persistido hasta nuestros días. Esta visión distorsionada de la reina egipcia, ideada por Octaviano, futuro emperador Augusto, y sus colaboradores para desacreditarla, ha sido transmitida a través de las fuentes clásicas y ha ejercido influencia sobre los artistas a lo largo del tiempo.

Escultura romana de Cleopatra, de mediados del siglo I a.C.

Tanto Octaviano como Marco Antonio, en su búsqueda del poder en Roma, emplearon agresivas campañas de propaganda política que afectaron la posición de Cleopatra en la esfera política. Octaviano retrató a Marco Antonio como un militar grandioso pero manipulado y arruinado por la influencia de Cleopatra. Usando manipulación política y falacias, Octaviano contribuyó a construir una imagen negativa de la faraona como una mujer pérfida que llevó a Marco Antonio a la ruina y sumió a Roma en una guerra civil.

Tras su muerte, Octaviano quería que la imagen de Cleopatra fuera la de una mujer peligrosa y seductora que llevó a Marco Antonio a la perdición. Escritores romanos como Plutarco perpetuaron esta imagen negativa. Por otro lado, Cicerón expresó su odio hacia la reina, mientras que seguidores de la tradición purista, en el círculo de Augusto, la insultaron llamándola prostituta. Incluso poetas como Propercio y Horacio se unieron a la campaña, celebrando la muerte de Cleopatra como una victoria sobre una amenaza extranjera.

La propaganda emprendida por Roma buscaba resaltar la falta de conformidad de Cleopatra con el rol tradicional de la mujer en la sociedad romana. Al ser una reina poderosa y gobernante en su propio derecho, era vista como una amenaza para la estructura de poder tradicional y patriarcal.

Jean-Andre Rixens, 1874, óleo sobre lienzo. Museo de los Agustinos de Toulouse

Así se forjó una imagen completamente distorsionada que se mantuvo y creció con el tiempo. Los artistas retrataban a Cleopatra como una reina devora hombres, una femme fatale dispuesta a cualquier cosa para mantener el poder. La pintura desde el siglo XVI no solo mantuvo esta idea, sino que contribuyó notablemente a la creación del mito de Cleopatra. Ésta fue representada como una mujer seductora y peligrosa.

La serpiente, como símbolo de su muerte, se convirtió en un elemento icónico en las pinturas occidentales que representaban a Cleopatra. Estas representaciones artísticas de Cleopatra desnuda con el áspid se multiplicaron con el propósito de satisfacer el placer solitario y la excitación de los espectadores masculinos. Así, Cleopatra se convirtió en un símbolo asociado a las costumbres sexuales liberadas, y estas pinturas se guardaban en salas privadas para el regocijo personal de quienes las poseían. Los artistas encontraron en la picadura del áspid y el veneno una excusa para representar a Cleopatra en diversas poses, incluso sugiriendo que se encontraba en medio de convulsiones que sugerían un orgasmo.

Guercino, 1648, óleo sobre lienzo. Musei di Strada Nuova – Palazzo Rosso, Genova

La iconografía de Cleopatra, con representaciones seductoras y desnudas con una serpiente en el pezón, ha perdurado durante siglos, a pesar de estar desconectada de la realidad histórica. Estos estereotipos negativos han arraigado profundamente en la percepción popular de la figura de Cleopatra, difamándola, sexualizándola y dificultando una comprensión más precisa y objetiva de su verdadero papel como líder y gobernante.

Bibliografía

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