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De Imperios a Naciones

Las antorchas de Nerón. Un castigo contra los cristianos

Aquello que conocemos como las antorchas de Nerón no fue más que un espectáculo truculento. Aunque los romanos estaban acostumbrados a ciertos espectáculos sangrientos, parece ser que ninguno alcanzaba el nivel de lo que se presenció aquella noche. Antes de entrar en detalles, retrocedamos al año 64 d.C., específicamente a la noche del 18 al 19 de julio, cuando tuvo lugar el gran incendio de Roma.

En esa fatídica noche, un devastador incendio estalló al sur del Palatino, en el área del Circo Máximo. Las llamas consumieron todo a su alrededor, extendiéndose rápidamente hacia la colina. Durante siete noches y seis días, el fuego arrasó tres de los catorce distritos de Roma y dañó otros siete, dejando solo cuatro intactos.

Hubert Robert, The fire of Rome, 18 July 64 AD, 1785

A pesar de contar con un cuerpo de bomberos, los Vigiles, su respuesta ante el fuego es desconocida. Éste fue finalmente extinguido después de una semana, dejando a muchos ciudadanos de Roma sin hogar. El emperador, en lugar de reconstruir las casas de los afectados, optó por erigir una nueva residencia para sí mismo: la Domus Aurea, una casa extravagante y lujosa.

La impopular decisión del emperador tuvo consecuencias negativas, generando descontento y desconfianza entre el pueblo. Algunos incluso especularon que Nerón provocó el incendio con la intención de construir su palacio en ese lugar. Autores como Suetonio, Dion Casio y Plinio el Viejo señalaron al emperador como culpable, mientras que escritores posteriores como Flavio Josefo, Juvenal y Marcial lo exculparon.

Según Tácito en los «Anales», para contrarrestar los rumores sobre su participación en el incendio y recuperar su popularidad, Nerón tomó varias medidas. Primero, habilitó una zona en el Campo de Marte para trasladar a la población afectada, proporcionando atención médica y refugio. Luego, realizó ceremonias expiatorias para apaciguar a los dioses. Finalmente, emprendió una persecución contra los cristianos, acusándolos de provocar el incendio.

La última medida buscaba un chivo expiatorio, alguien a quien culpar que no fuera él mismo. Nerón señaló a un grupo de seguidores de un hombre llamado Cristo como responsables del incendio y los castigó.

Para acabar con los rumores, Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos por sus ignominias. Aquel de quien tomaban nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato; la execrable superstición… irrumpía… también por la Ciudad… El caso fue
que se empezó por detener a los que confesaban abiertamente su fe, y luego, por denuncia de aquellos, a una ingente multitud, y resultaron convictos no tanto de la acusación del incendio
cuanto de odio al género humano

Tácito, Anales, XV 44, 2-5

Los castigos fueron de lo más creativos, como vestir a algunos con pieles de animales y dejarlos ser despedazados por perros. Otros no tuvieron mayor suerte. En los jardines del palacio de Nerón, se colocaron cruces para lo que iba a ser un espectáculo sorprendente. Una vez caída la noche, los cristianos fueron crucificados y quemados a ojos de los asistentes. Como si de antorchas se trataran comenzaron a iluminar el recinto, mientras que los asistentes comenzaron a sentir cierta compasión por aquella brutalidad del emperador.

Pero a su suplicio se unió el escarnio, de manera que perecían desgarrados por los perros tras haberlos hecho cubrirse con pieles de fieras, o bien clavados en cruces, al caer el día, eran quemados de manera que sirvieran como iluminación durante la noche… Aunque fueran culpables y merecieran los máximos castigos, provocaban la compasión, ante la idea de que perecían no por el bien público, sino por satisfacer la crueldad de uno solo.

Tácito, Anales XV 42, 2-5
Henryk Siemiradzki, Las antonchas de Nerón, 1876.

Estos eventos marcaron el inicio de la primera persecución a los cristianos, pero la veracidad de este relato es aún objeto de debate. ¿Nerón persiguió realmente a los cristianos?

Bibliografía

[1] MATYSZAK, P. (2019), 24 horas en la antigua Roma. Un día en la vida de sus habitantes, edaf, Madrid.
[2] NIXEY, C. (2018), La edad de la penumbra. Cómo el cristianismo destruyó el mundo clásico, Taurus, Barcelona.
[3] TÁCITO (2007), Anales, Akal, Madrid.