Saltar al contenido
De Imperios a Naciones

Las estatuillas fenicias que procedieron del mar

El 18 de octubre de 1999, dos estatuillas fenicias de afiliación sirio-egipcia ingresaron al Museo de Huelva. Estas estatuillas, que datan del siglo VII a.C. y están hechas de bronce, representan a dos divinidades: Reshef, el dios del mar y el comercio, y Anat, la diosa de la fertilidad o la guerra. Su historia ha sido tan fascinante que ha dado lugar a la novela Tartessos o nazis escrita por Jose Manuel Martos. La primera mención de estas estatuillas ocurrió en 1982 en un pequeño artículo escrito por la doctora Gamer-Wallet.

Después de esa fecha, no se supo más sobre las estatuillas hasta 1999, cuando el director del Museo Provincial de Huelva, mientras revisaba un reportaje en el volumen II de la colección Los fenicios en la Península Ibérica de la editorial Ausa, encontró fotografías de las estatuillas tomadas en 1986 por P. White, un fotógrafo que trabajaba para el Instituto Alemán de Madrid. Esta revelación inesperada alarmó al director, quien se embarcó en una cruzada para descubrir dónde habían estado escondidas las estatuillas durante todo ese tiempo.

Hallazgo de las estatuillas

Esta historia se remonta a los años 60, cuando un pescador llamado Pedro de Punta Umbría salió a la mar como de costumbre. Sin embargo, ese día decidió cambiar su zona de pesca y se dirigió a la embocadura de la ría de Huelva, conocida como Canal del Padre Santo, cerca de los bajos de la Punta de Isla Saltés.

Una vez en el lugar, Pedro lanzó sus redes y esperó con la esperanza de obtener una buena captura. Al mediodía, comenzó a recoger el trasmallo y se sorprendió por su peso. Seguramente, se alegró pensando en la gran pesca del día. Sin embargo, el peso no se debía a la cantidad de peces atrapados, sino a una pequeña estatuilla que estaba colgada de los nudos. Había capturado nada menos que una figura divina, Reshef, de gran importancia para los marineros fenicios, ya que buscaban su protección.

Con el paso del tiempo, Pedro regresó al mismo lugar donde encontró la figurilla con la intención de recuperar una pieza que se había caído al mar mientras intentaba desenredarla de la red. Parece ser que buscaba cobre y encontró oro, ya que logró pescar otra estatuilla, esta vez completa pero algo dañada y corroída por el salitre.

Curiosamente, estas estatuillas no terminaron en un museo, sino en una caja de Cola-Cao dentro de un armario. Tanto Pedro como su esposa, Josefa, desconocían el significado y el valor de esas figurillas, por lo que un día Pedro decidió buscar respuestas consultando a un alemán apasionado de la arqueología. Este alemán se había establecido en Huelva a principios del siglo XX y se dedicaba al estudio y promoción de la arqueología de la región. Además, su padre era amigo de Schulten, un destacado historiador, arqueólogo y filólogo alemán.

Como era de esperar, el alemán quedó sorprendido al ver estas piezas y insistió en que el pescador le permitiera tomar fotografías para estudiarlas. Pedro accedió, pero bajo la condición de que se mantuviera en secreto el paradero de las estatuillas. El motivo de este anonimato se debía al valor sentimental que tenían para Josefa, quien creía que las figurillas traían suerte a su familia. Para respetar la petición del pescador, el alemán ideó una trama compleja digna de una película.

En primer lugar, el alemán contactó con un amigo del Instituto Arqueológico Alemán de Madrid para que enviara a alguien a tomar las fotografías. El encargado de este trabajo fue P. White, quien se trasladó a Huelva en febrero de 1981. En segundo lugar, las fotografías se tomaron en un lugar apartado, en la sierra de Huelva, lejos de la casa del pescador. En tercer lugar, el alemán mantuvo en secreto la ubicación de las estatuillas hasta el día de su muerte, pero afirmaba que dejaría una nota con el nombre del propietario antes de fallecer, aunque esa nota nunca llegó a existir.

Una vez que el director del Museo de Huelva tuvo conocimiento de la existencia de las dos estatuillas, se puso en contacto con la Comandancia de la Guardia Civil. Juntos iniciaron la Operación Tartessos con el objetivo de recuperar las figurillas. Utilizaron como punto de partida las fotografías tomadas por P. White en 1981. Tras contactar con él, obtuvieron más pistas, como el nombre del pescador. Luego de preguntar a los habitantes de Punta Umbría, lograron localizar a Pedro y asegurarse de que las estatuillas fueran entregadas al Museo de Huelva. Ahora bien, ¿Cómo son exactamente estas estatuillas?

Descripción de las estatuillas

Estatuillas de Reshef y Anat (Fuente: Huelvainformación)

La primera estatuilla representa a Reshef o al dios sirio-cananeo Melqalt, conocido posteriormente como Herácles o Hércules. Es una figura masculina de bronce con una altura de 26,4 cm que representa a una divinidad con influencias egipcias. En su cabeza lleva una mitra, su torso está desnudo y sus piernas están cubiertas por un faldellín que termina en un cinturón. Adopta una postura de ataque, y en los hombros presenta dos canales verticales en forma de «cola de milano» que encajan los brazos, conservándose únicamente el brazo izquierdo, flexionado hacia adelante y sosteniendo algún objeto. La figurilla se apoya en una lámina delgada que tiene la forma de los pies.

La segunda estatuilla también representa a una divinidad egipcizante de bronce, con una corona de tipo atef. Representa a Anat y lleva un faldellín (Schentí) rematado por un ancho cinturón que deja el ombligo al descubierto. Probablemente llevaba un pectoral en el cuello. En la mano izquierda sostiene un objeto curvado que se transforma en una forma triangular a la altura del hombro. En la mano derecha porta otro objeto, posiblemente de carácter floral. Está descalza y con un pie adelantado. Ambos pies se apoyan en una lámina de bronce con ángulos redondeados que representa dos espigas verticales, las cuales se sostenían sobre una base que actualmente ha desaparecido.

La influencia egipcia en la iconografía religiosa fenicia proviene del contacto de los fenicios con la región sirio-palestina desde la segunda mitad del tercer milenio. Este contacto permitió a los fenicios familiarizarse con la iconografía egipcia y asimilar los valores simbólicos y religiosos. Los fenicios adaptaron de manera libre y creativa esta influencia a su simbología religiosa. Lo mismo ocurrió con otras culturas con las que tuvieron contacto, lo que les permitió crear una iconografía religiosa que integraba elementos de esas culturas. Por último, una posible explicación de cómo las estatuillas llegaron a Huelva podría ser la existencia de santuarios dedicados a las divinidades protectoras de la navegación en la zona de la isla de Saltés, lo que hace posible que estas estatuillas fueran exvotos.

Bibliografía

[1] PRADOS PÉREZ, E.; MARTIN RODRIGUÉZz, E. C. (2004), «Reshef: El dios que vino del mar», Mus-A, 4, pp. 179-185
[2] ARNAIZ, F. «El pescador de Historia», El país, 20 de octubre de 1999.