Según la definición que nos brinda la ATSDR (Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades), «el plomo es un metal pesado de baja temperatura de fusión y color gris-azulado que ocurre naturalmente en la corteza terrestre«.
Los primeros en conocer el plomo fueron los egipcios, quienes lo extraían simultáneamente con el hierro y la plata. En el segundo milenio a.C., tanto China como India conocían la fundición del plomo, y en el cuarto siglo a.C. comenzó su uso generalizado. El plomo y la plata están vinculados, ya que aparecen juntos en un mineral conocido como galena. Las primeras extracciones de plata se dieron en Asia Menor; sin embargo, su uso se remonta al 3500 a.C. Es un material apreciado por las civilizaciones antiguas, y es a través de la importancia de este metal que el uso del plomo se extendió. Separaban la plata del plomo mediante la tostación y, a través de la copelación, recuperaban la plata libre de otros metales.
Los griegos llamaron al plomo «molibdos«, mientras que los romanos lo denominaron «plumbum«. Los griegos obtenían plomo mediante la extracción de plata en las minas de Laurion. En cambio, como consecuencia de la conquista de Hispania, los romanos comenzaron a explotar las grandes minas de plomo de griegos y fenicios, lo cual aumentó la cantidad de plomo obtenido. Esta abundancia del metal condujo a un uso generalizado con el fin de aprovecharlo.
Este uso generalizado se vio influenciado por sus características, como su densidad, maleabilidad y resistencia a la corrosión. Esto permitió su empleo en diversos ámbitos, tales como el hidráulico, funerario, militar, doméstico, constructivo, industrial, medicinal o mercantil. A diferencia de otros metales como el bronce, que es más atractivo y se utiliza con mayor frecuencia en decoración, el plomo tiene un papel secundario en el ámbito decorativo.
Sin embargo, la aplicación más extendida y conocida del plomo son los sistemas hidráulicos. Gracias a la resistencia del plomo a la corrosión, resultaba perfecto para la canalización de agua. Este metal estaba presente en todas las etapas del ciclo del agua: abastecimiento, almacenamiento, distribución y evacuación. El agua se transportaba a través de tuberías. Aquellas elaboradas en plomo eran conocidas como «fistulis plumbeis». No obstante, también existían canalizaciones para transportar el agua fabricadas con otros materiales, como piedra, cerámica y madera. Estas se conocían como «tubuli». Los tubos de plomo estaban marcados con sellos que indicaban la procedencia del taller.
El plomo se empleaba en cosmética para la preparación de ungüentos, polvos faciales o coloretes blancos. En el ámbito funerario, se utilizaba en la fabricación de contenedores óseos humanos, específicamente urnas y sarcófagos. En medicina, se utilizaba como componente de medicamentos para la piel y para tratar arrugas faciales, así como anticonceptivo. También se utilizaba en la cocina para fabricar utensilios como cazuelas para hervir el vino. A los romanos adinerados les gustaba hervir el vino en cazuelas de plomo en lugar de cobre, ya que le daban un sabor dulce. Esto se debía al acetato de plomo, que además de endulzar, mejoraba el color y ayudaba a la conservación del vino. Dependiendo de la cocción del vino, se le daba un nombre específico: sapa, defrutum, heprena o siraeum.
Los romanos estaban expuestos en gran medida al plomo. ¿Cuáles serían las consecuencias de dicha exposición? Este metal afectaba al sistema nervioso y al procesamiento de elementos nutritivos como el zinc, hierro y calcio. También podía provocar diabetes tipo 2, hipertensión, enfermedad renal y deterioro cognitivo.
¿Conocían los romanos su toxicidad? No fue hasta el siglo I a.C. cuando encontramos menciones de su toxicidad y desaprobación. Autores como Vitrubio (80-15 a.C.), tratadista e ingeniero, en su obra «De arquitectura», desaconsejaba beber agua cercana a minas de plomo y agua transportada a través de tuberías de plomo. Prefería que el agua circulara a través de tubuli en lugar de fistulae, ya que estas últimas liberaban albayalde (carbonato básico de plomo). Otro autor, como Dioscórides (40-90 d.C.), médico, menciona en su obra «De Materia Medica» al plomo como una sustancia que afecta la mente. Por último, Plinio el Viejo (23-79 d.C.), poeta e historiador romano, hace referencia al uso de mascarillas para proteger a los trabajadores del polvo de plomo en las minas.
¿Consiguió el plomo caer un imperio?
Aunque es una afirmación imposible de probar, se ha considerado que el plomo fue una de las posibles causas de la caída del Imperio Romano. Esta teoría fue planteada por el científico canadiense Jerome O. Nriagu, quien concluyó que la caída del imperio romano fue debido a la intoxicación por plomo, también conocida como saturnismo (los alquimistas se referían al plomo como Saturno). Sin embargo, actualmente esta teoría está descartada.
Bibliografía
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