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De Imperios a Naciones

Paolo veronese, Las bodas de Caná

Paolo Veronese, reconocido como «El Veronés«, fue un destacado pintor italiano del siglo XVI. Nacido en Verona y establecido en Venecia, se le considera una figura central del Manierismo veneciano y un precursor del Barroco. Su legado artístico se caracteriza por obras de gran formato que representan escenas de historia sagrada, mitología y alegoría, cautivando al espectador con su uso del color y el movimiento. Entre sus trabajos más célebres se encuentran Las bodas de Caná, El banquete en casa de Leví y El martirio de San Mena. La impresionante tela, con dimensiones de 669 x 990 cm, fue trasladada a Francia en 1799 debido al expolio perpetrado por las tropas napoleónicas. Desde entonces, ha permanecido expuesta en el Museo del Louvre, donde se encuentra actualmente.

Paolo Veronese, Las bodas de Caná, 1563.

Las Bodas de Caná: un encargo para el Monasterio de San Giorgio Maggiore

Las bodas de Caná fue encargado por los monjes benedictinos del Monasterio de San Giorgio Maggiore de Venecia con el fin de decorar el refectorio de la abadía, ubicada frente a la plaza de San Marco. En aquella época, era común adornar los refectorios con banquetes, siendo la Última Cena una temática frecuente. Veronese pintó esta obra entre 1562 y 1563, contando con la colaboración de su hermano, Benedetto Caliari, y otros artistas

Las bodas de Caná representa el primer milagro realizado por Jesús, tal como se relata en el Evangelio de San Juan. Según la Biblia, Jesús y sus discípulos fueron invitados a una boda, y cuando se agotó el vino, su madre, María, le pidió que hiciera algo al respecto. Jesús ordenó llenar seis tinajas de piedra con agua y luego le dijo al maestresala que sirviera a los invitados. El maestresala, sorprendido por la calidad del vino que se había convertido del agua, elogió a los anfitriones. El cuadro captura el momento en que Jesús realiza este milagro transformando el agua en vino.

Detalles y Simbolismo en Las Bodas de Caná

Las bodas de Caná destaca por su magnífico formato, realismo y minuciosidad en los detalles. Los novios se encuentran en una mesa elevada, rodeados por más de 130 personajes vestidos con trajes característicos del siglo XVI. Además de su significado religioso, la obra posee un fuerte componente político, al ser pintada durante un período en el que Venecia se encontraba en conflicto con los otomanos. Veronese buscó representar el poder y la grandeza de Venecia a través de la presencia de prominentes líderes cristianos y musulmanes del siglo XVI, como el emperador Carlos V, el rey Francisco I de Francia, la reina María I de Inglaterra y el sultán Solimán el Magnífico. Estos personajes son ampliamente reconocidos y fácilmente identificables en su época. La intención de retratar a estas ilustres figuras era mostrar el poder de Venecia en aquellos tiempos como una potencia mediterránea capaz de rivalizar y defender sus posesiones orientales, como Chipre, de la amenaza otomana. Esta pintura estaría expuesta en el refectorio, un espacio que acogía a los grandes dignatarios del momento durante la celebración de San Esteban. Estos se verían sentando junto a otros destacados dignatarios de un pasado reciente. En resumen, esto viene a decir que en aquellos momentos todos los grandes dignatarios se sentaban a comer en la mesa de Venecia.

Representación de grandes mandatarios como el sultán Solimán el Magnífico, con turbante; la reina María I de Inglaterra, vestida de azul o Carlos V al fondo, vestido de rojo.

El grupo de músicos, probablemente -y recalco el término «probablemente» debido a una teoría que se remonta al siglo XVIII-, representa a los cuatro grandes pintores venecianos de la época. Uno de ellos es el autorretrato de Veronés, quien está vestido de blanco y toca la viola de gamba. Los otros tres son Tiziano, Bassano y Tintoretto.

Autorretrato de El veronés, vestido de blanco y tocando la viola de gamba.

En el centro del cuadro, destaca la figura serena de Jesús, vestido con una túnica roja y un manto azul. A su derecha se encuentra María, su madre, luciendo un vestido verde y un velo blanco, pareciendo interceder por los novios. A su izquierda se encuentra Juan Evangelista, uno de los discípulos más fieles de Jesús, ataviado con una túnica rosa y sosteniendo un libro. Veronese emplea hábilmente la luz y el color para resaltar las figuras principales, como Jesús y María, quienes captan la atención del espectador mediante sus brillantes halos. Asimismo, utiliza la luz y las sombras para enfocar la mirada hacia el maestresala, quien viste un traje blanco adornado con detalles dorados, logrando así dirigir la atención del espectador hacia el lugar donde ocurre el milagro. Para dirigir la mirada hacia los grandes mandatarios empleas golpes de luz, es decir, pequeñas manchas blancas.

Jesús de Nazaret junto a su madre María. Ambos portan un brillante halo.

El empleo de la perspectiva arquitectónica múltiple en el cuadro permite crear un amplio espacio que integra a los numerosos personajes. El escenario arquitectónico se inspira en el estilo clásico y renacentista, añadiendo un toque de grandeza y solemnidad a la escena. Al parecer, el autor se inspiró en otros escritos de la época, como «La humanidad de Jesucristo» de Pietro Aretino, publicado en 1535. El banquete representado en la obra muestra personajes nobles y elegantes, y la vajilla de oro y plata evoca más una fiesta veneciana que una escena religiosa. El banquete es empleado como una exhibición de la opulencia y el esplendor de la época, mostrando la ostentosa vestimenta, la exquisita comida y los elaborados elementos decorativos. Si observamos la mesa veremos un exquisita variedad de comida como frutas frescas o el cotignac, un reconocido dulce de membrillos.

La obra está repleta de elementos simbólicos que aluden al significado religioso y moral de la escena. Por ejemplo, las seis tinajas de piedra representan la ley judía que Jesús viene a cumplir y superar con su gracia. El perro que duerme a los pies de los novios simboliza la fidelidad conyugal. Las frutas y flores sobre la mesa aluden a la abundancia y la fertilidad. Los instrumentos musicales hacen referencia a la armonía celestial, mientras que los colores rojo, blanco y azul evocan la pasión, la pureza y la divinidad de Cristo. El cordero que están sirviendo puede simbolizar a Cristo como cordero místico, símbolo de su futura crucifixión.

Vemos que el cordero está alineado con la figura de Jesucristo.

Las bodas de Caná es una obra maestra del Renacimiento italiano que transmite un mensaje bíblico profundo y, a su vez, presenta un relato político acorde a su época, destacando la grandeza y el prestigio de Venecia.

Bibliografía

[1] GARÍN, A. (2023), Historia irreverente del arte: de la caída del Imperio romano de Occidente al final de la Edad Media, Esfera de los libros, Madrid.
[2] RAMÍREZ MARTÍN, A. (2019), «El teatro barraco. El museo del Louvre como escenario», Digilec, 6, `pp. 39-53.
[3] DARDEL CORONADO, M. (2012), «Placeres mundanos. Referencias al mundo clásico», Historias del Orbis Terrarum, 8, pp. 54-70. Consultado online el 21 de junio de 2023: https://historiasdelorbisterrarum.files.wordpress.com/2012/05/09-magdalena-dardel-placeres-mundanos-revisado.pdf