El exterminio perpetrado por el régimen nazi constituye, sin lugar a dudas, uno de los episodios más oscuros y estremecedores de la historia reciente. En una búsqueda por alcanzar una supuesta pureza racial, el Tercer Reich desarrolló y puso en marcha una maquinaria de muerte que, mediante métodos de organización, burocracia y tecnología, transformó el genocidio en un proceso sistemático y escalofriante.
Recientemente contamos con la publicación de un libro que es imprescindible para adentrarnos en este tema. El libro en cuestión es La mecánica del exterminio. La industrialización de la muerte en los campos de concentración nazis, de Xabier Irujo. Para quién no lo conozca es director del Centro de Estudios Vascos de la Universidad de Nevada, Reno, donde es catedrático de estudios de genocidio. Ha sido profesor invitado en reconocidas cátedras internacionales, entre ellas la Cátedra Manuel Irujo en la Universidad de Liverpool, la Cátedra William Douglass en la Universidad de Massachusetts Amherst y la Cátedra Eloise Garmendia en Boise State University, y ha impartido conferencias en diversas universidades de América y Europa. Licenciado en Filología, Historia y Filosofía y con dos doctorados en Historia y Filosofía, Irujo ha dirigido numerosas tesis doctorales. Además, forma parte de los comités ejecutivos de cinco editoriales académicas y universitarias y es autor de más de diez libros, entre los que destaca Gernika. 26 de abril de 1937 (Crítica, 2018), así como diversos artículos en revistas especializadas. Su labor ha sido reconocida con premios y distinciones tanto a nivel nacional como internacional.

Adentrándonos en el libro veremos con sumo detalle cómo se diseñó y perfeccionó una maquinaria asesina: desde los desplazamientos forzados, la formación de los guetos o los campos de concentración. ¿Cuáles son las ideas que les llevaron a planear el exterminio de todo un pueblo? En eso se centran las primeras páginas, en comprender tres conceptos claves del ideario nazi: Ostsiedlung, Volksdeutche y Lebensraum. Como veremos el plan no era solo exterminar, sino repoblar esos territorios del Este con aquellas personas consideradas «arias».
A través de cifras y testimonios impactantes, el autor revela la brutalidad creciente desde 1933, con los fusilamientos en masa, hasta 1945, con la muerte de miles de personas al día. El texto examina las primeras fases de ejecución más rudimentarias y la evolución hacia métodos más eficaces como los fusilamientos en masa, el hambre y el trabajo forzado, hasta llegar a la construcción de cámaras de gas y crematorios. Este proceso de gasificación en cámaras dentro de los campos estaba enfocado a distanciar al verdugo de la víctima, el separar a los ejecutores de sus actos. Es más, muchos de los encargados de recoger los cuerpos, quemarlos y recoger las cenizas de los hornos eran los propios prisioneros del campo.
El libro expone cómo se diseñó y ejecutó la maquinaria del Holocausto a través de un protocolo sistemático de genocidio. El autor lo desglosa en varias etapas: comienza con el desplazamiento forzado, la concentración en los guetos, sigue con el transporte y culmina con el extermino. Aquellos que no tuvieron oportunidad de sobrevivir fueron los enfermos, niños y ancianos. Las mujeres sufrieron todo tipo de vejaciones y violaciones, incluso se narran escenas tan duras como los fusilamientos de madres con sus bebés en brazos.
Son importantes los testimonios narrados de muchos de los escenarios y cuestiones que plantean. Testimonios que son desgarradores y que evidencian la ineficiencia, el sufrimiento y la barbarie de un sistema concebido para matar. En el último capítulo responde a la idea que muchos lectores seguramente se hagan: ¿cómo fueron capaces de llevar a cabo tales atrocidades?
Fueron muchos los intentos por ocultar lo que realmente estaban haciendo. A muchos no se les identificaban. Otros tantos documentos fueron destruidos. Hay testimonios como los que tenemos de Mauthausen, con las fotografías de Francisco Boix, el cual, junto a sus compañeros, pusieron su vida en peligro para preservarlas. Parte de esta narración de este libro son los testimonios de supervivientes y documentos que se consiguieron preservar después de liberar los campos de concentración de manos de los nazis.
En definitiva, el libro es perfectamente recomendable para aquellas personas que quieran ahondar en la parte más oscura de la historia del genocidio judío. En mi opinión es un libro duro de leer, a veces se hace difícil continuar sin que se escape alguna que otra lágrima, pero en definitiva es necesario para reflexionar sobre cómo el ser humano pudo ser capaz de llevar a cabo el aniquilamiento de millones de vidas, de cuáles fueron las causas y motivaciones para ello o la necesidad de investigación sobre el Holocausto, como el libro aquí presente, para preservar la memoria frente a los negacionistas y revisionistas.