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De Imperios a Naciones

Crónica rosa rosae. Escándalos en la Roma clásica, Paco Álvarez

¿Por qué nos interesa la vida de los demás? El ser humano tiene esa característica especial de querer conocer aquellos aspectos triviales y no tan triviales de nuestros familiares, amigos, vecinos y famosos. Y es que el ser humano es cotilla por naturaleza. La prueba son la cantidad de revistas y programas de corazón que podemos ver en la televisión o encontrar en los quioscos, los cuales están enfocados en hablar de la vida privada de otras personas.

Pero, ¿por qué nos gusta chismorrear? ¿Podría ser parte de nuestra condición como seres sociales? Lo que sé es que no es una tendencia actual, sino que nuestros antepasados también eran chismosos. Si no, que se lo pregunten a los romanos. Y qué mejor forma de conocer esos escándalos y cotilleos que de la mano del romanólogo de confianza, Paco Álvarez, en su libro Crónica rosa rosae: Escándalos en la Roma clásica, editado por Larousse.

Paco Álvarez, autor

En él descubriremos que mucho de lo que creemos saber sobre la antigua Roma no deja de ser rumores infundados. Chismes que nos han legado autores clásicos como Dion Casio, Suetonio o Tácito. Y, ¿qué ocurre con esos rumores y escándalos? Pueden ser falsos. Y es que sucede algo curioso: si ya nos es difícil discernir la veracidad de los rumores en nuestra historia reciente, aún más lo es cuando se trata de eventos ocurridos hace 2000 años, y con menos información disponible.

El autor no solo nos hablará de los rumores y escándalos, sino también de los medios con los que estos se difundían. Hoy en día, contamos con numerosos medios de comunicación como programas de televisión, revistas de corazón o redes sociales. En el libro descubriremos que los romanos tenían sus propios métodos de difusión, como las Collegia vici o elementos como las placas de bronce, las inscripciones en piedra o, incluso, las paredes de la ciudad. Un ejemplo serían los muros pintados de Pompeya.

Descubriremos que los rumores bien empleados pueden ser un arma política perfecta, capaz de derribar al político mejor preparado. En el campo de batalla, un rumor bien infundado podría ganar una batalla sin necesidad de derramar mucha sangre. Es más, el propio nacimiento de Roma está envuelto en un escándalo.

La fama acompaña a los grandes personajes de la antigua Roma, pero esta puede ser buena o mala. Como veremos, la reputación de algunos emperadores como Calígula, Nerón o Tiberio no es precisamente buena. Sin embargo, descubriremos que la mayoría de lo que conocemos sobre ellos no son más que rumores malintencionados con la única finalidad de manchar su imagen. Un ejemplo es la imagen que algunos tienen de Nerón tocando la lira mientras Roma arde, una imagen que lo persigue y parece imposible de borrar, por más que intentemos desmentirla. Este es el precio de la fama.

Uno de los temas estrella en el ámbito de los cotilleos son los líos de cama. Estaremos al tanto de los escándalos amorosos de Clodia o las infidelidades de Julia, la hija del mismísimo Augusto. El último capítulo está reservado para un tema sabrosón y con muchas migas, el sexo.

Es un libro sumamente entretenido, donde los chascarrillos no pueden faltar. Utiliza un lenguaje es claro, fluido y lleno de referencias a la actualidad, lo que convierte la lectura en una experiencia agradable y enriquecedora. Creo que la esencia del libro radica en su capacidad para contar con humor y, al mismo tiempo, de manera rigurosa, acabar con muchos bulos o rumores que consideramos verdaderos. También veremos que, en ciertos aspectos, no nos diferenciamos tanto de los romanos.

Así, al sumergirnos en las intrigas y cotilleos de la antigua Roma a través de las páginas de este libro, no solo nos entretenemos, sino que también reflexionamos sobre la naturaleza humana y la perdurabilidad de ciertos comportamientos a lo largo de la historia. Nos damos cuenta de que, en el fondo, somos tan curiosos y propensos al chisme como lo fueron aquellos ciudadanos romanos hace milenios. Una lectura que, más que transportarnos al pasado, nos conecta con la eterna esencia de la condición humana.