Tradicionalmente hemos percibido a la Edad Media como una «Edad Oscura», como un largo periodo de estancamiento intelectual y cultural entre el esplendor del mundo clásico y el Renacimiento. Esta idea, tan arraigada en el imaginario colectivo, evoca un mundo dominado por la superstición, la ignorancia y la represión del conocimiento. Sin embargo, hay historiadores que luchan contra estas ideas y son cada vez más los nuevos estudios históricos que vienen a profundizar y matizar este periodo para aportar algo más de luz. Un excelente ejemplo de a lo que me estoy refiriendo es el libro de Seb Falk, La luz de la Edad Media: la historia de la ciencia medieval, editado por Ático de los libros.
En esta obra el autor nos invita a recorrer la fascinante historia del pensamiento científico medieval, mostrando los avances en la astronomía y la astrología, así como el surgimiento de las universidades, la invención del astrolabio, la adopción de la numeración arábiga o el desarrollo de la medicina y la navegación. En esta lectura acompañaremos a un monje y astrónomo inglés llamado John Westwyk, quien nos dejó su gran obra The Equatorie of the Planetis. Gracia a él conocemos no solo los avances en el campo de la astronomía, sino en la navegación con su viaje a Francia y en la medicina con los brotes de peste. Para terminar, nos hablará de su invento: el equatorium, un dispositivo mecánico que calcula la posición de los planetas en el cielo y sus movimientos .
En nuestro viaje conoceremos a otros grandes exponentes de la astronomía, la medicina o la cartografía. Entre ellos encontramos a Richard de Wallingford y Roger Bacon, así como otros pensadores como Tomás de Aquino, Robert Grosseteste, Jean Buridan, Nicolás Oresme y Juan Sacrobosco. Además, durante nuestra lectura veremos que existe una gran transmisión de conocimiento a Europa desde el exterior a través de la obras de eruditos musulmanes como el gran Averroes y Avicena, así como de eruditos judíos como Maimónides.
El autor destruye por completo esa visión de una Edad Media ignorante, demostrando que hubo grandes avances en la ciencia medieval. Con un estilo claro y accesible, Falk narra como la ciencia y la filosofía se cultivaban dentro de los monasterios y universidades, desafiando el estereotipo de que la religión frenaba el conocimiento. Por el contrario, muchos de estos monasterios eran centros de investigación y desarrollo científico. Este libro cuenta, además, con imágenes que nos permiten comprender de manera visual aquellas partes más complejas como el funcionamiento del astrolabio.
En definitiva, La luz de la Edad Media es un libro esencial para aquellos amantes de la historia y la ciencia. Es esencial para redescubrir que la Edad Media tenía luz, mucha luz, y todo gracias, como dice el propio autor, a mirar en aquellos hombres irrelevantes para la historia, pero que sin cuya dedicación a mirar las estrellas y reflexionar sobre la naturaleza del universo, el Renacimiento y los avances posteriores no habrían sido posibles.