Antes de hablar del suicidio en la Antigua Roma vamos a definir primero qué es el suicidio y, segundo, si es lo mismo suicidio asistido que eutanasia. El suicidio hace referencia a la acción de quitarse intencionalmente la vida propia. Por otro lado, el suicidio asistido es cuando una persona proporciona a otra los medios necesarios, incluido asesoramiento, y ésta toma esos medios para acabar voluntariamente con su vida. Mientras, la eutanasia (del griego εὐθανασία «muerte dulce») es terminar la vida de un enfermo desahuciado con el fin de acabar su agonía. En este caso el paciente puede decidir o no si se practica la eutanasia. Si una persona está en coma es un familiar cercano quien toma la decisión.
En la mayoría de las sociedades antiguas el suicidio estaba aceptado. En Grecia, aunque se creía que el suicidio era algo indigno y vergonzoso, la percepción cambió gracias a las escuelas filosóficas, sobre todo los estoicos y epicúreos. También hubo filósofos como Platón y Aristóteles que no estaban de acuerdo con el suicidio. Aristóteles, por ejemplo, lo consideraba como un acto de cobardía, de no saber afrontar las dificultades y trabas de la vida y un perjuicio para el Estado, ya que al pertenecer a una sociedad, su elección puede afectar a ésta.
Y en Roma, ¿estaba prohibido el suicidio? El suicidio no estaba prohibido, no era considerado ni un crimen ni un pecado contra los dioses. Sin embargo, a aquellos que lo realizaban sin motivo les condenaban en el acto, les negaban la sepultura y confiscaban sus bienes. Los motivos del suicidio eran varios: enfermedad dolorosa, demencia, pérdida de un ser querido, vergüenza por una bancarrota, ostentación, evitar ejecuciones públicas o indignidad. Ahora bien, la justicia consideraba el suicidio como un derecho natural, pero solo de los hombres libres. ¿Qué ocurría con los esclavos o las mujeres?
En la sociedad romana los esclavos eran propiedad de su amos. Éstos no gozaban de la libertad para elegir suicidarse como los soldados y aquellos acusados de delitos penales. La mayoría de los suicidios de esclavos eran con el fin de fastidiar a sus amos. La muerte de éstos suponía al propietario un agravio a sus intereses. Por otro lado, los legionarios que decidieran acabar con su propia vida se consideraban traidores y, por tanto, todos sus bienes pasarían a manos de la República o del emperador de turno. Por último, los acusados se suicidaban antes de una condena para prevenir la confiscación de sus bienes. Esto permitía que sus familiares percibieran herencia. Sin embargo, si existía evidencia de que el acusado hubiera cometido algún crimen y éste se suicidaba, se tomaba el suicidio como una confesión y, por consiguiente, se confiscaba sus bienes.
Los nobles eran, algunas veces, acusados por un emperador. En muchos de los casos, éstos decidían suicidarse antes del proceso. En el supuesto de que la acusación fuese falsa, la muerte del noble actuaría como confesión y de este modo al emperador no podía culpársele de su muerte y, además, ratificaba el acierto de su acusación. Aún así, se aseguraban de dejar a los suyos su herencia, cosa que no hubiera pasado si el juicio hubiera comenzado.
El suicidio asistido era frecuente entre la aristocracia. Aquellos que lo emplearon fueron enfermos, cuya finalidad era poner fin a su sufrimiento y, también, aquellas personas cansadas de vivir. A raíz de las guerras civiles, los jefes derrotados decidieron acabar con sus vidas con el fin de conservar sus dignidades, como Bruto, Catón o Marco Antonio y Cleopatra. Con el fin de la República y el comienzo del Imperio hubo un aumento de los suicidios debido, entre otros factores, a la inestabilidad por el cambio de gobierno y a las escuelas filosóficas, como los estoicos. Durante este tránsito, en la literatura era recurrente el tema de la muerte, incluso existió un gusto por las descripciones detalladas de asesinatos, crímenes violentos y suicidios.
En la obra de Valerio Máximo Hechos y dichos memorables nos narra la costumbre de los habitantes de Massalia de hacer una petición al Senado para suicidarse. El Senado podía aceptar o rechazar. En el momento en el que acceden, éstos entregaba a la persona un frasco con cicuta para que él mismo lo tomara. Esta era la última opción, puesto que el Senado buscaba encontrar otras alternativas para ayudar a superar las dificultades del momento.
El suicidio femenino en la Antigua Roma
¿Qué ocurre con el suicidio de las mujeres romanas? Por desgracia, cuando tratamos de buscar estudios sobre el suicidio femenino son pocos los autores que abordan el tema. En primer lugar, a diferencia de las mujeres griegas, las romanas gozaban de algo más de libertad, pero no estaban en el mismo plano de igualdad que los hombres. Éstas seguían estando sometidas a la potestas del padre, al manus del marido o, a falta de ambos, estaban tuteladas. Las únicas mujeres que estaban exentas de un tutor permanente eran las vírgenes vestales. La idea de que las mujeres son seres inferiores a los hombres se hereda de los griegos, quienes las consideraban seres irracionales y pasionales.
En la mitología hallamos numerosos suicidios femeninos, número que no concuerda con la realidad de la época. La causa del suicidio femenino en la mitología es el amor y la locura como ocurre con Dido o Arria. Dido halla la salida a su pesares amorosos en el suicido. En cambio, Arria es la personificación de la mujer ejemplar. A pesar de todas las circunstancias adversas como la muerte de un hijo o la enfermedad grave de su marido acabará suicidándose por amor, por amor a su esposo, pues en un arrebato le quita la espada a su marido y se la clava en el pecho diciendo «Peto, no duele». Intenta con ello minimizar el dolor a su marido.
Para los autores clásicos el suicidio femenino es pasional, en muchos casos acababan suicidándose por amor y locura. Asocian el suicidio femenino en Roma con la irracionalidad, frente al suicidio masculino que acomete el suicidio basado en la razón.
Bibliografía
[1] VEYNE, P. (2010), Sexo y poder en Roma, Paidós, Barcelona.
[2] CORPAS NOGALES, J. M. (2011), «Aproximación social y cultural al fenómeno del suicidio. Comunidades étnicas amerindias», Gazeta de Antropología, 27, consultado online: https://www.ugr.es/~pwlac/G27_33JoseManuel_Corpas_Nogales.html
[3] ARAYA LEIVA, K. (2015) «El suicidio femenino en la Antigua Roma: Irracionalidad, pasión y locura», en V Jornadas de Estudios Greco-Romanos (PUCV). Consultado Online el12 de agosto de 2022: https://www.academia.edu/13720844/El_suicidio_femenino_en_la_Antigua_Roma_Irracionalidad_pasi%C3%B3n_y_locura
[4] MINGREN, W. (2018), ¿Permiso para morir? El suicidio en la Antigua Roma. Ancient Origins. https://www.ancient-origins.es/noticias-historia-tradiciones-antiguas/%C2%BFpermiso-para-morir-el-suicidio-la-antigua-roma-0047024