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DE IMPERIOS A NACIONES

¿De que color tenía la piel el Homo Sapiens en Europa?

Seguro que si cierras los ojos e imaginas a un europeo de hace 20.000 años, te viene a la mente alguien muy parecido a un habitante actual de Noruega o Alemania: piel clara, pelo liso y quizás ojos claros. Esta imagen está en todas partes desde los libros de texto del colegio hasta las superproducciones de Hollywood (Hace un millón de años, En busca del fuego o 10.000 A. C.). Pero hay un problema: la últimos estudios nos dice que esa imagen es, básicamente, un mito.

Recreación de Elisabeth Daynes, escultora francesa, de un hombre de hace 28.000 años, que habitó en la cueva de Cro-Magnon (Francia)

Durante mucho tiempo dimos por hecho que, en cuanto los humanos salieron de África y llegaron al frío norte, su piel se blanqueó automáticamente para asimilar mejor la vitamina D por la escases de radiación solar. Sin embargo, estudios recientes, como el liderado por Guido Barbujani de la Universidad de Ferrara, han dado un vuelco a esta historia. Gracias al ADN antiguo, hoy sabemos que la piel blanca en Europa no fue la norma, sino una excepción tardía.

La cifra que nos da son reveladoras. Un 63% eran de piel oscura, frente a un 8% de piel clara. El resto se movía en un espectro intermedio. Por tanto, Europa, durante su mayor parte de su historia, era negra .

El ADN: un rompecabeza de miles de años

¿Cómo sabemos esto si solo contamos con huesos? Los investigadores utilizan un método probabilístico. Como el ADN de hace miles de años está degradado, no pueden leerlo como un libro nuevo. En su lugar, analizan fragmentos y calculan las probabilidades de qué rasgos tenían.

Aplicaron esto a individuos clave, como Ust´-Ishim (un hombre de hace 45.000 a.n.e. en Siberia), SF12 (un sueco del Mesolítico), Hombre de Cheddar (10.000 a.n.e, Reino Unido), La Braña 1 (7.000 a.n.e., España). Estos dos últimos eran cazadores-recolectores occidentales que combinaba una piel oscura con unos ojos azules.

Reconstrucción del «Hombre de Cheddar» (10.000 a.n.e.). Ilustra un fenotipo que fue la norma en el continente durante milenios: ojos claros y piel oscura.

Los resultados confirman que la evolución de la piel no fue una línea recta y rápida, sino un proceso lento y «a parches» que dependió mucho de con quién se mezclaban y qué comían.

El orden evolutivo: ojos, piel y pelo

El estudio muestra que todos los rasgos no cambiaron a la vez, sino que hubo un orden. Primero fue los ojos. La mirada clara de ojos azules o verdes apareció mucho antes que la piel blanca. Durante el Mesolítico, era común ver europeos de piel oscura y ojos claros. ¿Cuál era la ventaja evolutiva de los ojos claros en términos de selección natural? Pues no se conocemos la respuesta. Se ha pensado que puede está más relacionado con una selección sexual, donde los homínidos con ojos azules eran más atractivos para sus parejas y, por tanto, con mayor probabilidad de tener una descendencia más numerosa que otras.


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Después vino la palidez de la piel, la cual no se generalizó hasta hace unos 5.000-8.000 años. Y su cambio responde más al cambio de dieta que al entorno. Por último, el pelo, el cual cambió a cabellos rubios y pelirrojos. No aparecieron de forma significativa hasta la Edad del Bronce. Antes de eso, el pelo oscuro era la norma absoluta.

¿Qué motivó el cambio de piel?

Siempre nos dijeron que la piel clara apareció por la falta del sol, nuestra gran fuente de Vitamina D. Sin embargo, el estudio de Barbujani nos dice que la clave estaba en la dieta y en el flujo génico (la migración y el mestizaje).

La dieta paleolítica basada en carne, tuétano, grasa animal y pescado les aportaban la Vitamina D necesaria, lo cual permitió conservar su piel oscura. Todo cambia a partir de Neolítico, cuando aparece la agricultura. Estos pasan a comer cereales, que son menor ricos en vitamina D, provocando la aceleración de la pigmentación de la piel para absorber los pocos rayos del sol del norte y sintetizar la vitamina D.

Gracias a la dieta paleolítica los Homo Sapiens conservaron más tiempo la piel oscura, pues ésta era una dieta rica en vitamina D.

Por otra parte, hace 8.000 años, llegaron los primeros agricultores desde Anatolia (actual Turquía) con un fenotipo de piel más apto para niveles bajos de radiación UV. La mejora para adaptarse al entorno permitió el crecimiento demográfico masivo y con ello extender sus genes a todo el continente de forma imparable.

El mito de los Neandertales

Existe el mito de que los humanos anatómicamente moderno nos volvimos blancos porque nos mezclamos con los Neandertales, los cuales ya llevaban mucho tiempo por Europa. Este estudio ha demostrado que no. Aunque hubo mestizaje, las mutaciones que aclaran la piel del europeo actual, como la variante de los genes TYR y SLC24A5, surgieron y se extendieron de forma independiente dentro de nuestra propia especie.

Conclusion

Ahora podemos cerrar los ojos e imaginarnos a un Homo Sapiens grande, musculoso, de piel oscura y ojos azules. Desmitificar al «europeo blanco» de la prehistoria no es solo una corrección científica, es entender que la raza es un concepto fluido y joven. La piel clara es una herramienta de supervivencia reciente, un cambio de «skin» para adaptarnos a una nueva necesidad como era absorber la vitamina D del sol, cuando cambiaron la dieta rica en esa vitamina.

Por último, Cuando veamos reconstrucciones del piel oscura en los museos modernos, no estamos viendo una inclusión forzada, estamos viendo el rostro que dominó Europa durante casi toda nuestra historia en el continente.

Bibliografía

[1] CIROTTEAU, T.; KERNER, J., PINCAS, E. (2022), Lady Sapiens. La mujer en tiempos de la prehistoria, Esfera de los libros, Madrid.
[2] PARRA, S. (2025, 17 de febrero). La piel de la mayoría de los europeos era oscura hace solo 3.000 años. National Geographic España. Consultado en: https://www.nationalgeographic.com.es/ciencia/piel-europeos-era-oscura-hace-solo-3000-anos_24293
[3] PERRETTI, S.; VIZZARI, M. T.; SANTOS, P.; TASSANI, E.; BENAZZO, A.; GHIROTTO, S.; BARBUJANI, G. (2025), «Inference of human pigmentation from ancient DNA by genotype likelihood», Biorxiv. Consultado en: https://www.biorxiv.org/content/10.1101/2025.01.29.635495v2